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Ubicada en un fraccionamiento residencial en la zona alta de la ciudad de Querétaro, la casa busca integrarse al entorno arquitectónico respetando la reglamentación existente en cuanto a  imagen, altura, vanos, macizos, materiales y colores.

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Una solicitud muy específica del cliente consistente en que la planta y los alzados de la casa debían ser simétricos, un amplio programa arquitectónico y un funcionamiento variable de uso entre los fines de semana cuando la casa se ocupa al cien por ciento por los hijos y los nietos, y los días entre semana cuando es ocupada únicamente por los padres, fueron las interrogantes principales a resolver en este proyecto.

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El planteamiento consistió en un diseño en herradura en dos niveles, lo que permitió que todo el programa público de la casa se estableciera en la planta baja junto con la habitación principal, ubicando únicamente las habitaciones secundarias (de fin de semana) en la planta alta. De esta forma, la experiencia de habitar la casa varía según su ocupación.

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Esta estrategia, logró que la casa pese a su amplio programa arquitectónico, siempre se sienta habitada, ya que la mezcla de funciones de la planta baja permite ignorar por completo los espacios y acontecimientos de la planta alta, hasta el momento en que esta se llena de vida e interactúa por medio de las dobles alturas con la totalidad del proyecto.

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Debido a la  gran dimensión de la casa, la cual ocupa un frente de cincuenta metros lineales, se determinó la necesidad de fragmentar el volumen envolvente y generar diversos vacíos y remetimientos entre ellos, con la finalidad de aligerar, proporcionar y entremezclar su emplazamiento. Esta misma estrategia se utilizó para la planta alta, la cual se remete y se aligera con grandes ventanales, en contra parte de los volúmenes mayormente el macizos de la planta baja.